En esta segunda entrega, seguimos con pautas sobre composición visual y lo relativo a las figuras y su peso dentro del plano de la imagen.
Volveré a insistir, en que este es un estudio que busca la sencillez y la comprensión de la
composición visual, y los elementos que la conforman, sin dar muchas vueltas a
conceptos enrevesados o complejos.
Equilibrio: Tenemos que el equilibrio de
formas, ha de comprenderse de forma relativa, ya que no es este el único valor
que determinará el equilibrio global de la composición. En algunos estilos, es
más importante el equilibrio cromático, o armonía de color (en otra entrada,
hablaremos sobre ella). La prueba de que el equilibrio de formas, no es tan
determinante, la tenemos en que con una cámara de fotos, y algo de pericia (o
sentido común), podemos encuandrar una imagen aceptable en pocos segundos.
Existes unos esquemas principales de equilibrios:
Centrales:
con un punto fuerte al que todo queda supeditado, como por ejemplo en el
retrato, en el cual se tiende a centrar la figura (aunque esto no es así siempre) sobre la totalidad de la
composición.
Binarios:
con una pareja de figuras o par de grupos que se contrapesan. Típico de
composiciones simétricas*.
Estas no tienen porque ser formas iguales,
pueden ser dos personas diferentes, en poses similares, por ejemplo.
Jerárquicos:
Constituidos por planos que van de más a menos fuerte, generando sensación de
profundidad. La pintura universal, está basada en este esquema.
Atonales:
con muchas unidades de igual peso, creando textura en lugar de estructura.
Contrapunto:
Consiste en contraponer dos fuerzas, una dominante, y una supeditada, creando
tensión entre ellas.
En los casos anteriores, existen dos tipos de equilibrios, que engloban los
cinco esquemas principales: equilibrio estático, y equilibrio
dinámico.
El equilibrio estático, es común encontrarlo en los ejemplos binarios,
centrales y atonales, por su estatismo compositivo, ya que en rasgos generales,
no denotan dinamismo.
En el caso de los ejemplos jerárquicos y de contrapunto, se puede
distinguir perfectamente un equilibrio dinámico; en un caso por la sensación
de viveza que da la profundidad de campo, y en el caso del contrapunto, por la
vibración de sus colores y/o contrastes.
En definitiva, la idea queda expresada en el siguiente esquema:
En la próxima
entrega, hablaremos de la armonía de color, y cerraremos esta serie de pequeños
apuntes sobre composición visual.
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